miércoles, 2 de julio de 2014

El estrés temprano puede dejar impactos cerebrales duraderos

En los niños, el estrés puede durar mucho tiempo. Un poco de tensión proporciona una plataforma para el aprendizaje, la adaptación y el fortalecimiento, pero demasiado –estrés tóxico y crónico como la pobreza, el abandono y el maltrato físico- pueden causar efectos negativos duraderos.

Un equipo de investigadores mostró que este tipo de estrés, en la vida temprana cambia las partes del cerebro en desarrollo responsables del aprendizaje, la memoria y el procesamiento del estrés y la emoción de los niños. Estos cambios están vinculados a los impactos negativos sobre el comportamiento, la salud, el empleo y hasta la elección de parejas románticas en la vida adulta.

Compararon dos grupos

Los investigadores llevaron a cabo extensas entrevistas con los niños y sus cuidadores, documentando problemas de conducta y el estrés acumulado durante su vida. Se tomaron imágenes de los cerebros de los niños, centrándose en el hipocampo y la amígdala, que están involucrados en las emociones y el procesamiento de estrés. Fueron comparados con niños similares provenientes de hogares de clase media que no habían sido maltratados.

Hanson y el equipo midieron a mano el hipocampo y la amígdala de cada niño y calcularon sus volúmenes. Ambas estructuras son muy pequeñas, especialmente en los niños (la palabra griega para amígdala es almendra, lo que refleja su tamaño y forma en los adultos). Hanson y Pollak dicen las mediciones automatizadas de software de otros estudios pueden ser propensas a error.

Encontraron que los niños que han experimentado cualquiera de los tres tipos de estrés de la vida temprana tenían amígdalas más pequeñas que los niños que no tenían.

Las mediciones mostraron que los niños de familias de bajo nivel socioeconómico y los niños que habían sido abusados físicamente también tenían el hipocampo pequeño

PARA QUE TOMEN NOTA LOS POLÍTICOS

El estudio es importante para quienes diseñan políticas públicas, economistas y epidemiólogos, entre otros, señala el autor principal del estudio, Jamie Hanson.

"No hemos entendido realmente por qué las cosas que suceden a los dos, tres o cuatro años se quedan dentro y tienen un impacto duradero", dice Seth Pollak, coautor del estudio y profesor de sicología de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Sin embargo, el estrés de los primeros años de vida ha sido relacionado con la depresión, la ansiedad, la enfermedad cardiaca, el cáncer y la falta de éxito en la educación y el empleo, explica Pollak, quien también es director del Centro de Waisman UW Emoción Niño Research Laboratory.

"Dado lo costoso que estas experiencias tempranas y estresantes son para la sociedad y a menos que entendamos qué parte del cerebro está afectada, no vamos a ser capaces de hacer algo para remediarlo", comenta.

"Este trabajo es un importante recordatorio de que como sociedad tenemos que atender a los tipos de experiencias que los niños están teniendo. No olvidemos que estamos dando forma a los adultos en que se convertirán", se lee en el estudio.

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