lunes, 27 de octubre de 2014

Bebés que no son atendidos cuando lloran quedan infelices

No son pocos los padres y las madres que no atienden en seguida el llanto de sus bebés. Es más, algunas teorías pediátricas algo controvertidas aseguran que es mejor ‘pasar’ de sus peticiones y que aprendan solos a calmarse, para que desarrollen una especie de autorregulación que de adultos les servirá para tranquilizarse en situaciones adversas.

Pues bien, un reciente estudio echa por tierra todas esas prácticas. Se ha descubierto que los niveles de la denominada hormona del estrés, el cortisol, siguen siendo altos en sangre incluso horas después de que un bebé se haya puesto a llorar y sus cuidadores no lo hayan atendido. Es decir, a pesar de que no se queje y no lo exteriorice, sigue estando infeliz e intranquilo.

Escritores como Gina Ford, autora de numerosos libros sobre cuidado infantil, aseguran que los niños deben aprender una rutina y que si por ejemplo empiezan a llorar por la noche, nadie debe acudir a calmarlos. Sin embargo, otros especialistas como Sheila Kitzinger defienden que las madres deben guiarse por los instintos y tranquilizar a sus hijos si lloran a cualquier hora.

NO SON FELICES El experimento midió los niveles de cortisol en sangre de mamás y bebés de cuatro a diez meses de edad. Se realizó en Estados Unidos por investigadores de la Universidad de North Texas. Separaron a las mujeres de los críos en dos habitaciones contiguas y dejaron dormir a los pequeños. Cuando estos lloraban, nadie acudía en su ayuda.

La prueba duró tres noches. En la primera se midió la cantidad de la hormona del estrés en ambos sujetos, en la segunda noche no, y en la tercera otra vez sí. En la primera noche, los niveles de cortisol de madres y bebés fueron altos. En la última, los niños lloraron mucho menos, lo que hizo que el nivel de estrés de sus madres fuera bajo. Sin embargo, aunque los bebés se quejaban mucho menos, porque ya estaban acostumbrados a dormir solos, sus niveles de cortisol eran igual de altos que la primera noche.

Wendy Middlemiss, una de las expertas que dirigió la investigación, explica al Daily Mail que “a pesar de que los bebés no exteriorizaron que estaban angustiados cuando se iban a quedar dormidos, continuaron experimentando altos niveles de angustia fisiológica, como se refleja en sus niveles de cortisol”. Eso sí, el estrés se fue rápido, ya que según cuenta “la tensión interna se extinguió porque se quedaron dormidos”.

Middlemiss interpreta que estos resultados significan que “dada la continua presencia de la angustia, los bebés no estaban aprendiendo cómo gestionar internamente sus experiencias de estrés y malestar”.


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