El síndrome se puede manifestar por malformaciones, deficiencias intelectuales u otros traumas congénitos, según los órganos afectados. También, puede provocar trastornos comportamentales y una modificación de los rasgos de la cara.
Las manifestaciones clínicas y neurológicas ayudan a establecer el diagnóstico. Tres factores son característicos:
- Un retraso del crecimiento intrauterino, el cual es global. Eso significa que afecta tanto el peso, el tamaño y el perímetro craneal.
- Una dismorfia del cráneo y de la cara.
- Malformaciones y disturbios psiquiátricos.
Sin embargo, la ecografía permite observar algunas malformaciones, la cual puede permitir un diagnóstico antenatal.
El niño puede volverse adicto, debido a que ha recibido alcohol durante el embarazo, y si después del nacimiento ya no engulle alcohol, puede desarrollar un síndrome de abstinencia, por ejemplo: vómitos, disturbios del sueño, temblor e irritabilidad.
Acerca de los disturbios neurológicos, podemos encontrar un retraso motor, una hipotonía con predominio axial, una hiperactividad, trastornos de atención y de los aprendizajes, o también del comportamiento y de la personalidad.
En más del 50 por ciento de los casos, se puede observar una deficiencia intelectual, cuyo cociente intelectual es inferior a 70. En 10 por ciento de los casos, encontramos un retraso importante del lenguaje. Además, se reportan trastornos de las funciones visuo-espaciales, mnémicas, de las capacidades psicomotoras y de las funciones ejecutivas (problemas de planificación, por ejemplo).
El riesgo de daño neurológico es irreversible según la dosis recibida por el feto, la duración de la exposición y el periodo de exposición (más nefasto durante el primer trimestre del embarazo).
El alcohol pasa la barrera placentaria y llega al hígado del feto, el cual es inmaduro y no posee los medios de desintoxicación del hígado de un adulto. Una vez que las lesiones aparecen, son definitivas.
El papel del neuropsicólogo consiste en la prevención en tres etapas:
- prevención primaria: sensibilizar los efectos nefastos del alcohol desde la niñez (discursos en escuelas, por ejemplo).
- prevención secundaria: ayudar a las mujeres alcohólicas o las que ya tienen a un niño con el síndrome.
- prevención terciaria a través del apoyo dado a los niños afectados por el síndrome y sus madres.
(Voluntaria - Bélgica)
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