martes, 23 de septiembre de 2014

El desarrollo del cerebro frena el crecimiento de los niños

La infancia en los seres humanos dura mucho tiempo y en ella los niños crecen lentamente porque su cerebro utiliza el doble de glucosa, la energía que lo alimenta, que en un adulto maduro, según muestra un nuevo estudio dirigido por antropólogos de la Universidad Northwestern, en Evanston, Illinois (Estados Unidos), cuyos resultados se publican en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Esta investigación ayuda a resolver el antiguo misterio de por qué los niños humanos crecen tan lentamente en comparación con sus parientes animales más cercanos, al demostrar que la energía canalizada por el cerebro domina el metabolismo del cuerpo humano en esta etapa temprana de la vida y puede ser la razón por la que los humanos crecen a un ritmo más propio de un reptil que de un mamífero durante la primera infancia.

Hambriento de energía

"Nuestros hallazgos sugieren que nuestro cuerpo no puede permitirse el lujo de crecer más rápido durante los años de la infancia porque se requiere una enorme cantidad de recursos para alimentar el cerebro humano en desarrollo", afirma el autor del estudio, Christopher Kuzawa, profesor de Antropología en el Colegio Weinberg de Artes y Ciencias de Northwestern. "Como seres humanos, tenemos mucho que aprender y el aprendizaje requiere de un cerebro complejo y hambriento de energía", añade. El estudio es el primero en poner en común datos existentes de exploración cerebral mediante tomografía por emisión de positrones (PET) y resonancia magnética, que miden la absorción de glucosa y el volumen del cerebro, respectivamente, para demostrar que las edades en las que el cerebro engulle la mayor cantidad de recursos también son los años en los que el crecimiento del cuerpo es más lento.

A los cuatro años, cuando esta ‘fuga de cerebros’ está en su apogeo y el crecimiento corporal disminuye al mínimo, el cerebro quema los recursos a una tasa equivalente al 66 por ciento de lo que utiliza todo el cuerpo en reposo. Los resultados apoyan la hipótesis de que los niños crecen tan lentamente y durante tanto tiempo porque el cuerpo humano necesita desviar una gran parte de sus recursos al cerebro durante la infancia, dejando poco al crecimiento corporal

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