miércoles, 12 de junio de 2013

Brooke, la bebé de 20 años

CURAR MALES | ES LA ESPERANZA DE CIENTÍFICOS GENETISTAS QUE BUSCAN UN POSIBLE GEN MUTANTE EN EL ORGANISMO DE BROOKE GREEMBERG, CAPAZ DE EXPLICAR POR QUÉ ESTA BEBÉ NO ENVEJECE. EN ESE GEN PODRÍA ESTAR LA CLAVE PARA CURAR ENFERMEDADES DE LA VEJEZ.

Virginia Luz Rivera Antelo es una residente boliviana en el condado de Baltimore, Estados Unidos, que viene siguiendo de cerca —fascinada como todo el mundo— el extraño caso de Brooke Greemberg, una bebé de 20 años que nunca envejece y de la cual dimos noticia el pasado 9 de febrero. Médica de profesión y nacida en Santa Cruz, Rivera Antelo tuvo las primeras referencias de aquel extraordinario ser a comienzos de la década pasada cuando colegas suyos que trabajan en el Hospital Pediátrico John Hopkins debatían sobre el caso.

“Brooke es una persona que está a punto de ingresar a la adultez en términos cronológicos, cumplió 20 años recientemente, y sin embargo todavía tiene las características de una bebé, es decir sólo emite sonidos gestuales para comunicarse, conserva sus dientes de leche, se moviliza en un coche cuna, usa pañales convencionales y tiene el cuerpo y el rostro de una niña de dos años, sus gestos y comportamiento son las de una adorable bebé”, nos informa Rivera Antelo, desde Baltimore, en el Estado de Maryland, al comentar nuestra primera crónica sobre el tema en la edición digital de Sol de Pando.

La profesional boliviana confirma que el diagnóstico de los especialistas concluye en un cuadro absolutamente atípico.

“Lo llamaron el Síndrome X porque no tiene explicación, no es un caso típico de enanismo ni de insuficiencias hormonales, se trata simplemente de que la niña no envejece desde hace 20 años y su crecimiento se detuvo física, mental y sicológicamente cuando cumplió dos años”, explica Luz Rivera.

BROOKE Y SU HOGAR

Brooke Greemberg nació el 8 de enero de 1993 en el seno de una familia tradicional judía. Es la tercera de las cuatro hijas del matrimonio, todas ellas nacidas con tres años de diferencia. Cuando tenía un año, sus padres Howard y Melanie observaron desconcertados que su hija no crecía.

Buscando una respuesta, peregrinaron de especialista tras especialista. Lo único que le recetaron fueron hormonas de crecimiento que no le ayudaron en nada. La niña seguía sin crecer ni engordar. “Ahí me di cuenta que teníamos un problema”, asegura el padre, Howard Greenberg, un contador de clase media.

En el 2009, cuando cumplió 16 años, los padres de la bebé-adolescente decidieron mostrarla al mundo como un milagro de la naturaleza. Las principales cadenas televisivas lanzaron la noticia de su extraña y milagrosa existencia.

Recientemente, tras cumplir sus 20 años, Brooke y su familia hicieron una nueva aparición pública en el talk show de la famosa Katie Couric donde se observa a la bebé sin cambio alguno en su apariencia física y mental.

Actualmente asiste a una escuela pública en el condado de Baltimore, donde es atendida por educadoras y una enfermera especialmente asesoradas por científicos y pediatras.

Reconoce a la perfección a Emily, Caitlin y Carly, sus tres hermanas. Su hermana menor, Carly, que tuvo un gran parecido con Brooke después de nacer en el 96, se encarga con más ahínco de mimarla y protegerla. A sus 17 años, Carly es la nana y “confidente” de su hermana bebé de 20.

La madre de Brooke, Melanie Greenberg, ha logrado hallar un equilibrio perfecto dentro su hogar en torno a la prodigiosa criatura, haciendo de su familia la principal fortaleza de la niña. “A ella le gusta hacer compras, justo como una mujer”, declaró.

Brooke monta en su cochecito mientras va a los supermercados con su mamá para comprar la ropa en las secciones infantiles de unos grandes almacenes cerca de su casa, en un suburbio de Baltimore. Cuando otra madre con un niño pregunta a Melaine cuántos años tiene Brooke, ella por lo general no trata de explicar. “Mi sistema siempre ha convertido los años en meses” dijo. Hoy, para ella, su hija tiene 20 meses.

EN BUSCA DEL GEN MUTANTE

Los científicos genetistas más eminentes del mundo coinciden en que el fenómeno de Brooke Greemberg es una esperanza para la humanidad. Buscan hallar las claves genéticas de su estado latente de infancia para encontrar curas definitivas a enfermedades propias de la vejez como el Alzheimer o el mal de Parkinson.

Los investigadores buscaron genes mutantes en el organismo de Brooke (que fueron comparados con los de sus padres, sus tres hermanas normales y otros individuos comunes que colaboraron en la investigación), y encontraron un puñado de genes que “son de interés”; aunque aún no han sido especificados. “Estamos en el proceso de evaluar lo que estos genes hacen en Brooke”, anunció Eric Schadt, director del Instituto de Biología Genómica en el Mount Sinai Medical Center de Nueva York.

Schadt dijo que Brooke “no tiene aparente anomalía en el sistema endocrino, o cualquier otra anomalía conocida por causar problemas de desarrollo”. Las pruebas muestran que los jóvenes pueden sufrir de una mutación genética que “apaga” su capacidad de envejecer.

Por su parte el científico Richard Walker, doctor en fisiología endócrina del College of Medicine de Tampa, Florida del Sur, estudió en el 2006 el ADN de Brooke buscando identificar la mutación genética que detuvo su crecimiento. “Si se localizara el gen que no deja a la niña crecer, habremos dado respuesta a por qué algunos seres humanos envejecen antes que otros”, advierte Walter.

Los equipos de Schadt y Walker trabajan en la secuenciación genética de Brooke y esperan identificar plenamente el gen mutante responsable de la anomalía, lo cual permitiría hallar una especie de fórmula de la “fuente de la juventud” o al menos para detener el envejecimiento de los humanos y sus secuelas en la salud mental y física propias de la tercera edad.

UNA ANOMALÍA CONTROLADA

“En todo caso Brooke no es una bebé normal, por supuesto”, advierte la médica boliviana Luz Rivera Antelo. Los científicos que estudiaron las características fisiológicas y anatómicas de la niña, hallaron que su cuerpo no se desarrolla como una unidad coordinada, si no que lo hace como partes independientes que están fuera de sincronización.

“Los cambios han sido muy mínimos en el cerebro de Brooke” —explicó el doctor Richard Walker—. ”Pero varias partes de su cuerpo, al no haber crecido en la misma etapa, parecen estar desconectadas”. Las uñas y el pelo son las únicas partes del cuerpo que le han crecido con normalidad. Duerme en una cuna y es alimentada a través de una sonda gástrica conectada a su estómago para evitar que los alimentos lleguen a sus pulmones, ya que su esófago es demasiado pequeño.

Según el genetista Maxine Sutcliffe que en mayo del 2009 escribió un artículo en la famosa revista científica “Mechanisms of Ageing and Development”, especializada en temas de crecimiento y ancianidad humanos, el proceso de envejecimiento de Brooke tiene severas inconsistencias. “Ella todavía tiene 16 dientes de leche, por ejemplo; y la edad de sus huesos, como se estima, es de 10 años”, escribió Sutcliffe.

Durante sus primeros seis años de vida, Brooke tuvo úlceras estomacales y una apoplejía. Cuando cumplió cinco años le diagnosticaron un tumor cerebral que le obligó a dormir 14 días. Lo sorprendente es que de todo ello se recuperó como si no le hubiera pasado nada. El tumor cerebral ha desaparecido y su metabolismo parece haberse asimilado a su extraña fisiología. Hoy su salud es relativamente estable.

Sus padres creen que les sobrevivirá a ellos mismos, sin variar su condición de bebé. “Por fortuna tiene a sus hermanas que podrán encargarse de ella toda la vida”, asegura Howard Greenberg, quien cree que su hija guarda el secreto de la eterna juventud.

Su familia ya no espera que crezca y nadie puede predecir cuánto vivirá. “Todos estamos en el mundo para acometer alguna misión. Tal vez la razón de Brooke es ayudar a encontrar el secreto de qué es lo que nos hace envejecer y cómo detenerlo”, alienta el padre con más optimismo que resignación, aferrado a su religión judía.



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