jueves, 14 de junio de 2012

El juego y los juguetes del niño

Desde sus primeros meses de vida, los juguetes del niño deben ser adecuados para su edad. Generalmente una criatura lleva todas las cosas a la boca, por tanto, todos los juguetes deben ser apropiados para que puedan usarse de esa manera. Deben ser lavables y con un tamaño que no puedan ser tragados. Los juguetes no deben tener piezas o partes que puedan quitarse y tragarse. No deben tener puntas agudas que puedan lastimar los ojos de la criatura. Para ello se recomienda juguetes de caucho, que puedan ser lavados permanentemente y evitar los objetos punzocortantes.

Una criatura no debe tener más de dos juguetes a la vez y estos deben ser sencillos. Carretas de hilo, muñecas de goma que lloran o producen gestos, evitando juguetes costosos que no aprovechan. Debe dárseles todo el tiempo para que puedan examinar bien cada juguete antes de darle otro.

A medida que crece, el niño necesitará juguetes para desarrollar alguna cosa, por ejemplo son muy convenientes bloquecitos de madera, una taza, una cucharita, un plato de plástico, una caja con tapa que pueda quitarse y colocarse fácilmente, una pelota o un cordón con cuentas grandes de madera. Juguetes de ensarte, de ordenamiento, de conteo o rompecabezas de piezas grandes.

Atar los juguetes al lugar de juego o corralito con pedazos cortos de cinta y que el niño mismo descubra cómo cogerlos, soltarlos y sujetarlos nuevamente, de este modo se desarrolla la psicomotricidad gruesa y fina.

El corralito consiste en una pequeña baranda en cuatro secciones, cada una de 50 ó 60 cms de ancho por un metro o más de largo, con bisagras en tres esquinas y un cerrojo en la cuarta, que rodea un piso de madera a una altura de 5 cm sobre el piso. La base del corralito debe tener un cobertor de material lavable, atado en las esquinas con cintas o cordones fuertes. Existen tiendas donde se expenden cunas que a la vez pueden convertirse en corralitos.

Si el niño arroja los juguetes al suelo, no los levante para evitar que los vuelva a tirar otra vez; el niño siente cierto agrado en las repeticiones y lo expresa con risas y a veces a carcajadas.

Basta con que el niño se entretenga, por unos cuantos minutos, con juegos suaves. Los niños y niñas requieren abundancia de descanso y quietud, considerando que la mayor parte de los juegos son demasiado excitantes y en algunos casos bruscos.

Por la mañana es el mejor momento para el juego. Por la tarde debe ser apacible, porque de otra manera puede perturbar el sueño nocturno. Por esta razón se debe crear hábitos y fijar el momento adecuado, dos o tres veces al día, para el entretenimiento. Estos periodos deben ser cortos, mientras el niño es pequeño. De manera paralela debe aprender que las horas de alimentarse y dormir son ocasiones agradables y que esos momentos no se destinan al juego.

Un niño a determinada edad deberá aprender a jugar solo, durante media hora o una hora, sin interrupción de la madre. Posteriormente se integrará a juegos con sus hermanitos o en grupo. En todos los casos debe existir una vigilancia permanente, por parte de los padres.

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