Al contrario de lo que piensa la mayoría de los padres que pierden la paciencia mientras ven a su bebé comer, es beneficioso dejar que los pequeños manoseen y se embadurnen con la comida antes de llevársela a la boca.
Investigaciones previas habían demostrado que los bebés aprenden con más facilidad cuando juegan con objetos sólidos, ya que su forma inmutable facilita a su identificación.
En este estudio, por el contrario, los autores buscaron analizar la manera en que los bebés de 16 meses de edad reconocen los objetos en estado líquido y cómo logran diferenciar la leche del pegamento, por ejemplo.
Para ello, expusieron a un grupo de bebés a este tipo de alimentos y les animaron a jugar con ellos, para en una segunda etapa comprobar si eran capaces de identificarlos y nombrarlos a través del sonido que les había sido asignado.
Como resultado, los niños que interactuaron más con los alimentos eran más hábiles a la hora de identificarlos por su textura y nombrarlos.
Los niños que se sentaron en trona obtuvieron además un mayor éxito que los que se sentaron en otros lugares, ya que allí los niños se sienten más predispuestos a experimentar.
En vista de los resultados, los científicos recomiendan a los padres fomentar la exploración del bebé en cualquiera de sus entornos conocidos, incluido el momento de sentarse a la mesa, ya que alimentos como el puré, el pudín, el zumo y la sopa aportan información clave para estimular su desarrollo cognitivo.
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